Seguro que recuerdas que cuando aún eras menor de edad, algunas personas adultos te dijeran que no podías hacer algo. Es una forma de pensar que nos ha afectado a todas las personas que conozco en algún momento.
Sin embargo, esta teoría es totalmente incorrecta. Todas las personas podemos aprender en cualquier momento y una parte importante del aprendizaje consiste en adoptar una nueva mentalidad sobre nuestra forma de aprender.
Cómo identificar y adaptar tu propia mentalidad puede ayudarte a aprender
Parece que, una vez que llegamos a la edad adulta, ya hemos perdido nuestra capacidad de aprender cosas nuevas. Sin embargo, según la investigadora Carol Dweck, la actitud y la creencia de que no se puede aprender algo forma parte de la mentalidad, y es algo que podemos cambiar.
¿Sabes de qué se trata la mentalidad?
La visión general sobre la vida se forma con las ideas y convicciones que tiene cada persona. Estas ideas y convicciones son el fundamento de la mentalidad.
Normalmente, en el caso de la mentalidad de las personas podemos caer en uno de los dos patrones predecibles: aprenden a adoptar una mentalidad de crecimiento o una mentalidad fija.
¿La buena noticia? Estas creencias básicas se aprenden, reaprenden y podemos cambiarlas.
Mentalidad de crecimiento vs. mentalidad fija
Podríamos decir que hay dos formas de orientar nuestra mentalidad en relación con nuestra forma de enfrentarnos a una habilidad.
En una mentalidad fija, llegas a creer que tus habilidades, rasgos y talentos son fijos. Lo que sabes es inmutable y, por tanto, no puedes aprender nada nuevo. Aunque esto parece extremo al principio, se puede escuchar en las conversaciones más informales, cuando la gente dice “se me da fatal cantar”, o “no sé bailar”, o “no soy atleta, no sirvo para el deporte”. Todos estos son ejemplos de mentalidad fija.
En este tipo de mentalidad, la gente no se ha tomado el tiempo de practicar, de trabajar y de darle vueltas a algo hasta adquirir una nueva habilidad. Y así, descartan su capacidad y dicen que simplemente “no pueden” hacer algo.
Una mentalidad de crecimiento, sin embargo, cree que los retos y el aprendizaje son oportunidades, y que el fracaso es una oportunidad de crecimiento. En lugar de buscar pruebas que demuestren que no somos inteligentes, las personas con una mentalidad de crecimiento se centran en el proceso y el progreso, buscando oportunidades para ampliar sus capacidades existentes.
Esta creencia de que la inteligencia y la personalidad pueden desarrollarse tiene profundas consecuencias en nuestro comportamiento como adultos.
“Creer que tus cualidades están talladas en piedra (la mentalidad fija) crea una urgencia por probarte una y otra vez”.
Las personas evitarán las situaciones difíciles, se negarán a desafiarse a sí mismas y evaluarán efectivamente cada situación para ver si les hará parecer inteligentes o no, si tendrán éxito o fracasarán.
Por el contrario, la mentalidad de crecimiento cree que “la mano que te toca es sólo el punto de partida para el desarrollo” y “que tus cualidades básicas son cosas que puedes cultivar con tu esfuerzo”. La mentalidad de crecimiento encarna una pasión por el aprendizaje.
Como ves, es importante nuestra actitud y nuestra forma de pensar cuando nos enfrentamos a algo nuevo. En este sentido, es probable que incluso en tu día a día tengas pensamientos de ambos tipos: para algunas cosas tengas una mentalidad más fija, pero para otras, una mentalidad de crecimiento.
Lo importante en este caso es que seamos capaces de reconocer nuestra forma de pensar y, así, actuar en consecuencia
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