Este es un momento de automatización, Big Data y muchos procesos tecnológicos… pero bueno, hoy vamos a hablar de todo lo contrario.
Estamos rodeados de información y datos automatizados en casi todos los aspectos de nuestra vida. Parece que una gran parte de nuestras decisiones son creadas por estos procesos informáticos y tecnológicos.
Sin embargo, en algo tan humano como el aprendizaje no debemos olvidarnos que lo que más se necesita es la experiencia humana.
Las personas no somos máquinas. Nos adaptamos a las diferentes situaciones, cambiamos de decisión, somos radicales o incluso, cambiamos de opinión entre los diferentes momentos en los que nos encontremos.
El marketing, ya sabes, se integra en todos los campos. Normalmente se busca comprender las necesidades de la audiencia. Como supondrás, en el campo de la formación debemos adaptar algo este enfoque para centrarnos en el diseño de programas formativos.
Si comprendemos las necesidades del alumnado, podemos diseñar una formación sencilla que les ayuda y por tanto, podemos diseñar experiencias formativas.
Para mi, el primer paso a la hora de realizar el diseño instruccional de cualquier curso es conocer quien es el alumnado persona. Es decir, el perfil del alumnado que va a consumir el curso. No se trata de saber el número de personas que lo van a consumir, ni donde lo van a consumir, si no conocer su edad, su conocimiento de las herramientas digitales (ya hemos hablado de la importancia de cuidar de los analfabetos digitales, tanto como de los early adopters o los nativos digitales), sus ganas de aprender, su conocimiento del tema en cuestión…
También es importante saber:
- En qué momento van a consumir el curso
- Cuánto tiempo tienen para dedicarle al curso
- El tiempo que tienen para ver el curso
- La forma en la que van a consumirlo
- En qué generación se engloban
En definitiva, podemos disponer de toda la tecnología y las herramientas para permitir que las personas aprendan en línea, pero sí creamos un programa formativo inclusivo con las personas se podría considerar cuál es el equilibrio correcto entre las experiencias de formación online y offline, creando un mix para encontrar la experiencia óptima.
¿De qué se trata? Pues de no olvidarnos de diferentes métodos, actividades y recursos que brindan a las personas la oportunidad no solo de recibir contenidos, sino también de reflexionar, colaborar con otras personas, reaprender y sobre todo, poner en práctica lo aprendido.
Aunque la formación digital nos permite bastante libertad a la hora de crear un curso autodirigido, recuerda que para algunas personas es necesaria una estructura clara y evidente. Por tanto, debemos garantizar que managers y responsables dispongan de una equipación mejor para respaldar el aprendizaje del equipo.
Con este tipo de formación podemos generar puntos de contacto que permiten a las personas reflexionar y brindar cierto punto de orientación. Esta situación es fundamental para los nuevos miembros que pueden incorporarse de forma remota. Recordemos que habrá momentos en los que no podamos acercarnos a la mesa de otra persona y preguntarle dudas, consultar o compartir cualquier información.
Si quieres descubrir cómo es un curso diseñado y pensado para personas, te dejo algunos ejemplos que pueden resultarte interesantes. ¿Qué quieres aprender hoy?
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